los 10 años comenzó a conocer cómo funcionan los mecanismos de la concentración, la memoria y los hábitos para aumentar la productividad.

 

El aula de una escuela primaria en San Salvador de Jujuy resultó el escenario de la transformación de Nicolás Fernández Miranda, quien cuando tenía 10 años, durante un día cualquiera de septiembre, una maestra lanzó una frase que resultó el punto de inflexión que años más tarde definiría su vida.

 

“Yo no era muy bueno en matemáticas realmente y tampoco era un buen alumno. Recuerdo qué teníamos qué pasar al frente, y responder cómo solucionar la operación matemática de potencia. No me fue bien, no me salía. En ese momento la maestra me miró y me mandó a sentar. Luego me dijo: ‘Fernández, usted nunca va a ser bueno para las matemáticas’”, dijo a TN.

 

Hoy, a los 33 años, Nicolás es contador público y enseña cómo “hackear” el cerebro para mejorar el aprendizaje y la productividad. Creció en una familia jujeña humilde pero comprometida con la educación. Su madre siempre fue un pilar de apoyo para alimentar su espíritu de superación, sobre todo luego de que su padre falleciera cuando él era joven.

 

“Recuerdo otra cosa y es que en la fila que hacíamos para saludar a los profes antes de salir, esa maestra me vio, y yo cuando me pongo nervioso tiendo a sonreír. Se acercó y me dijo: ‘Me imagino qué habrá detrás de esa sonrisa, Fernández’. Y detrás de esa sonrisa estaba el miedo, el qué me iban a decir mis padres. El miedo a sentir que era un fracasado”, contó.

 

Sin saberlo, desaprobar matemáticas marcó un hito en su vida: “Tuve que ir a una maestra particular y ahí todo me pareció mucho más fácil. En especial también gracias a mis padres, que a pesar del castigo que tuve por haber desaprobado matemáticas, me sirvió para convertirme en un alumno que pasó de no entender nada a levantar la mano para siempre responder algo”.

 

El interés por las matemáticas mejoró exponencialmente su rendimiento en todas las materias. “Mi forma de estudiar era leer camino a la escuela, unos 40 minutos caminando”, sostuvo. Este despertar académico lo llevó a cursar la carrera de contador público, graduándose en tiempo récord y con medalla de oro al mejor promedio. Su viaje, sin embargo, no terminó allí.

 

Tres claves para aumentar la concentración y productividad

 

Paralelamente, Nicolás comenzó a estudiar neurociencia de manera autodidacta, motivado por la curiosidad de entender cómo funciona el cerebro en relación al aprendizaje. Eventualmente, obtuvo diplomaturas y maestrías en la materia.

 

“Hoy, mi principal función es volcar ese conocimiento de neurociencia a la comunidad, tanto a madres y padres agotados como a profesionales y empresarios que buscan mejorar su productividad”, explicó.

 

En sus clases, Nicolás emplea métodos innovadores y proporciona herramientas para reducir el estrés antes de un examen o entrevista. También enseña cómo utilizar la inteligencia artificial para repasar materias. “El sistema educativo necesita actualizarse a los nuevos tiempos, y ya se están viendo cambios en áreas como la implementación de la neurociencia y la inteligencia artificial en las aulas”, dijo.

 

Para quienes buscan mejorar su concentración y productividad, Nicolás sugiere técnicas simples: poner el celular en blanco y negro para evitar distracciones, realizar una sola tarea a la vez, y tomar descansos activos. “Crear un ‘santuario de la concentración’ también ayuda, un lugar donde las distracciones sean mínimas y puedas trabajar de manera enfocada”, agregó.

 

“Enumeré tres acciones muy concretas que alguien puede implementar para mejorar su nivel de estudio y que eso ayude a lograr resultados académicos. En primer lugar, poner el celular en blanco y negro para no distrarse. En segundo lugar, hacer una sola tarea a la vez (cerrar WhatsApp y dedicarse a una sola cosa)”, enumeró Nicolás.

 

Luego continuó: “Por último, pero no menos importante, realizar descansos activos que vayan entre los 30 y 60 minutos. Salir a dar una vuelta a la manzana, hacerse un té o bailar. No son cosas difíciles, y no se necesita un centavo de inversión. Desde un punto de vista financiero, el retorno de la inversión es extremadamente alto. ¿Quién no quiere ser más productivo a costo cero?”.

 

Cómo “hackear” el cerebro para estudiar mejor

 

Nicolás se dedica actualmente a dar clases en la universidad y a divulgar contenido en redes sociales, especialmente en Instagram y YouTube, y a dar conferencias en toda Latinoamérica. “Tratamos temas como la concentración, la organización del tiempo, y la productividad de manera divertida y vivencial. Cuanto más amena y divertida es la clase, el cerebro incrementa la liberación de dopamina y serotonina, lo cual mejora la retención de la información y la capacidad de aprendizaje”, precisó.

 

“El santo grial de la productividad y el aprendizaje está en nuestra casa, precisamente en nuestra almohada. Durante muchos años tuvimos la postura de ‘metele ganas’, ‘motivate’, ‘dormí 4 horas y seguí’. Hoy, la neurociencia nos demuestra con datos duros que cuanto menos dormimos no solo somos menos productivos sino que el riesgo de tener problemas de salud es cada vez más elevado”, relató.

 

“Para dormir mejor es fundamental respetar tres cuestiones: siempre dormir en el mismo horario (incluso sábados y domingos), exponerse a la luz natural apenas nos despertamos y, antes de irnos a dormir, disminuir toda fuente de luz posible”, agregó Nicolás.

 

Para “hackear” el cerebro, el jujeño descubrió que se necesitan eliminar los estímulos (el ruido de la calle, el celular, los olores) y generar un “santuario de la concentración”.

 

Nicolás explicó: “Lo mismo ocurre con el cerebro, y es lo que trato de expresar en mi libro. Una de estas herramientas (o hacks) muy sencillas para estudiar o trabajar es semáforo. Elaborar un triángulo que tenga rojo, amarillo, y verde. Rojo: estoy hiper concentrado, necesito seguir así, no hay lugar para las interrumpciones. Amarillo: estoy concentrado, pero tengo disponibilidad para responder alguna consulta. Verde: estoy para lo que otro necesite”.

 

“Lo que quiero transmitir es que conociendo cómo funciona nuestro cerebro podemos tomar decisiones inteligentes en función de qué es lo qué queremos lograr. Por poner un ejemplo, cuando vas en una bajada pronunciada en un auto, sabes que tenés qué ir frenando con los cambios antes que con los frenos, porque si no los frenos se pueden gastar o recalentar y dejar de frenar. Es decir, conocer cómo funciona un auto te permite tomar mejores decisiones”, completó.

 

Fuente: TN